miércoles, 29 de septiembre de 2010

1 DE OCTUBRE: DESCUBIERTA POR LA CALZADA ROMANA DE LOS 3 ERMITAÑOS


CALZADA ROMANA DE LOS TRES ERMITAÑOS

Ruta circular Longitud 12 Km. Duración 3:30 horas Desnivel 200 m.

El tipo de camino es pista, camino carretero y senda de pendiente suave y excelente firme. En la primera mitad es habitual encontrar pequeños arroyos que en época de lluvias inundan o enfangan el camino.

En la primavera con la floración de cantuesos, retamas y jaras, y en el Otoño con la caída de la hoja en fresnos, robles y castaños, son las épocas mejores de este recorrido.

Conoceremos el puente romano de El Escorial y los tramos perfectamente enlosados de la calzada romana, la fresnera adehesada, el cantizal de la Machota Menor y finalmente subiremos a uno de los mejores miradores de la sierra: la Casa del Sordo, lugar usado por los guardas para la protección del magnifico robledal de La Herrería.



Se puede desde la estación de El Escorial, por el paso subterráneo que desemboca en la plaza de Maximino Heras. Cogiendo el lado derecho de 1a Avenida de la Constitución, bajaremos por la calle Castilla hasta la plaza de Segovia, en dicha plaza arranca la calle San Quintín, por la que alcanzaremos en el primer cruce la calle Bailén, de frente por esta calle, entre chalés llegaremos a la transitada carretera que va a Ávila.

Nuestra ruta comienza en el punto kilométrico 28,300 de la M-505 a Ávila, al otro lado de donde termina la calle Bailen. en el otro arcén de la carretera, comienzan los robustos pasamanos del puente romano y las marcas del GR-10 (bandas de pintura blanca y roja) que nos acompañarán hasta Zarzalejo.

Por su único ojo pasa el río Aulencia, con pequeños huertos de su vera, tras cruzar el puente romano, al dar con una pista que a unos 150 metros se divide en dos. A la izquierda una ligera subida con piedra menuda da paso a un tramo llano con muy buen piso. Encerrados entre muros de mampostería. a ambos lados comienza a aparecer la fresneda adehesada.

A veinte minutos del puente, un mojón probablemente romano, nuestro camino deja de ser tan fantástico. EI ancho piso da paso entonces a un sendero, que se adentra entre zarzas y pequeñas piedras que el agua deja sueltas.

En apenas diez minutos por este sendero de negras moras, daremos con una corta subida que concluye ante las vías del tren, antes de cruzarlas con sumo cuidado, murando a la izquierda y derecha, miremos a nuestra espalda, para ver el Abantos y la Sierra del Guadarrama. Tras cruzarlas, podremos contemplar al frente los restos de antiguas fonsaderas, ruinosas hospederías testigos del paso de viajeros durante siglos por estos caminos y.

Continuamos cuesta arriba, hasta la misma puerta de la finca de El Chicharrón (a unos 50 m), para coger el desvío más modesto que sale a la derecha. Perfectamente encajonados entre paredes de piedra. cien metros más adelante un pequeño alto de grandes moles graníticas empina el camino, hecho que ha favorecido el que hoy encontremos en este lugar los restos de calzada romana mejor conservados de El Escorial. Grandes losas forman el firme de unos veinticinco metros de largo. mientras airosos mojones se ciñen a su lado derecho.

Pero enseguida la calzada pierde su identidad y se convierte en un sendero llano de tierra. encorsetado entre muros de mampostería. En adelante aparecerán algunas losas de forma aislada. y en época de lluvias el camino será el lecho que recoja el agua de numerosos arroyos.

A los 20 minutos de haber dejado atrás el enlosado de la calzada romana, una ligera subida por enormes lajas de piedra. En ese momento aparece un mojón junto algunas losas romanas aisladas, y se abre sobre nosotros una perfecta visión de Las Machotas en su parte más abrupta. a la que musgos y líquenes añaden una tonalidad verdosa y amarilla, más adelante la calzada se adivina bajo el fango del camino, pudiendo andar muchos metros entre losas perfectamente dispuestas gracias al resguardo del barro.

Concluido este tramo de calzada. a lo lejos alcanzamos con la vista el deposito de aluminio de una granja. al que se dirigirá nuestro sendero para encontrarse con el último tramo de calzada romana mejor conservado de todo nuestro recorrido. Con numerosos mojones en su lado derecho abancalada con un muro, combina en su piso grandes losas de granito con otras más menudas de color rojizo. Pero eso no es todo, pues 50 metros más adelante volvemos a encontramos un nuevo tramo de calzada romana en idénticas y perfectas condiciones.

Al pie de este último empedrado de calzada romana, cogemos la pista de tierra que a la izquierda concluye tras un cuarto de hora, en la carretera de Zarzalejo, pero sin salir a ella en dirección a la estación (a la diestra) por un sendero llegaremos a la fuente del Barrio de Pajares en un par de minutos.

Tras el debido descanso y recuperación de fuerzas, iniciaremos el regreso por la izquierda de la carretera por un camino, hacia la pradera de la rana. Tomando este camino comenzaremos a elevarnos sobre los campos adehesados de Zarzalejo, mientras sobre nuestras cabezas sobreviven graveras y canteras. hasta llegar en un cuarto de hora a una pradera amesetada que atravesaremos sin desviarnos.

Al final de la pradera. el camino se divide en dos senderos. Optando por el izquierdo, para dar en cinco minutos con el último tramo de la calzada romana que vimos. Pero esta vez la seguiremos por el lado contrario (a la izquierda). hasta que su buen piso desaparece pero pese a perder el buen piso, la pista sigue de frente para convertirse en una senda de ligera pendiente. a la que cierra el paso una pequeña puerta metálica más adelante.

Sin temor al cartel de “propiedad privada”, pero con cuidado de cerrar la puerta a nuestro paso, y dejando pastar al ganado. nos adentraremos por la ladera de La Machota Baja o Los Tres Ermitaños, de la que baja un sotobosque de jaras que asalta el camino, inundándolo de fragancias y flores blancas (la nieve de primavera). A este inusitado fragor del matorral, se unen enebros, encinas, y el sonido agudo de algún grajo rasgando con su negro pelaje el azul del cielo. Todos por igual convierten a este tramo en uno de los más bellos.

A los veinte minutos de haber atravesado la pequeña puerta. pasaremos junto a un exuberante chalet, donde la senda se convierte en un camino que. tras una subida y bajada paralelos a una tapia a nuestra izquierda alcanza una nueva puerta metálica. Cruzando por la puerta lateral, ante nosotros aparece el robledal del bosque de La Herrería. con la tinca de El Castañar en primer termino. En este punto a los pocos metros nos desviamos por el camino cerrado a los vehículos por una valla. para llegar en un ppcos minutos a los restos de la Casa del Sordo, utilizada antiguamente por los guardas de La Herrería. Unas enormes piedras hacen de mirador natural. desde el que las magníficas perspectivas de la Sierra de Guadarrama superan a las de la Silla de Felipe II, a la que vemos bajo nuestros pies. Único y maravilloso mirador donde conviene parar y contemplar el entorno .

Tras disfrutar de las vistas llega un momento importante y delicado, en el que ignorando las marcas de pintura blanca y roja del GR-l0 que hay junto al mirador, nos decidimos a bajar por un pequeño sendero que parte de la terraza de la Casa del Sordo en dirección Este. Por este escondido sendero. nos sumergimos en un acusado descenso rompe rodillas que intermitentemente dejan al desnudo raíces y piedras que concluyen a los diez minutos ante el muro de la antigua Granja Tura. Ahora junto al muro, bajaremos para dar al poco con una alambrada tras la cual hay una pista de tierra.

Por un pequeño paso en la alambrada exclusivo para cinturas de 30 cm. pondremos nuestros pies sobre la pista, por la que descenderemos inmersos en el robledal del El Bosque de La Herrería. Escuchando el canto de todo tipo de aves, teniendo especial cuidado en un determinado momento: cuando a nuestra derecha aparezca una cuadra de vacas y mas a delante el camino tuerza a la izquierda. Ahí veremos una torreta eléctrica que marca el arranque de un camino de peor traza a nuestra derecha. que tomaremos. Más adelante cuando éste último se divida en dos. el de la derecha se convertirá en una senda que nos llevará en diez minutos hasta una puerta de hierro, una nueva pista de tierra, y hacia la derecha, encontraremos un puente por el que cruzaremos la vía del tren. Al otro lado de la vía y paralelo a esta una pista de tierra que a la izquierda nos dejara sin pérdida de nuevo junto al puente romano en unos treinta minutos.

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